lunes, 1 de junio de 2009

Un cuento/ La gallina en su palo

Tres veces me dijeron que una lechuza bajó de su palo convertida en una gallina pero tres veces lo he dudado, porque, ¿cómo puede una gallina convertirse en una lechuza o una lechuza convertirse en una gallina? ¡Ni se parecen!
Todas las noches las gallinas duermen en un palo. Trepan a cualquier árbol en cuyas ramas puedan dormir tranquilas. También se trepa el gallo. Sólo en el momento en que la gallina atiende a sus crías permanece en el suelo protegiendo principalmente a sus polluelos. Molestar su maternidad es recibir su furia. Reacciona a cualquier amenaza.
La lechuza es taciturna, y posiblemente duerme durante el día. Es como un perro, vigilante nocturno y dormilón cuando está el Sol. Pero, ¿dónde habita la lechuza? ¿Por qué no la podemos ver en el día y es sólo en la noche cuando sentimos sus ojos brillantes, en una mirada que nos penetra, como se agrediera tranquilamente nuestra valentía?
Tengo mis gallos y mis gallinas. A las siete de la mañana, sin mancar un solo día de la semana, les doy maíz. Cuando llueve, no importa el aguacero, ahí tienen su maíz y se las ve enchumbada de agua pero comiéndose su maíz. Siguen de un lado a otro, recorriendo el patio y siempre encuentran otras cosas de las cuales se alimentan. Las veo comer lombrices, cucarachas y hasta piedrecillas que supongo confunden con maní quemado.
Dos gallos han bastado para pisar a mis gallinas. Son de hermoso plumaje negro y otro grupo es de pluma marrón y abundante. Me alimento de su carne y de sus huevos, y nunca he visto una lechuza en mi plato. ¿O las he comido, convertida en gallina?
Las lechuzas son brujas pero jamás una gallina ni siquiera un gallo. Eso sí que no. En estos días murió un vecino, y alguien dijo que una gallina se transformó en una lechuza y pasó chillando por encima de la casa del vecino, quien tenía varios días enfermo, y murió. Habrían visto a esa lechuza posarse en el techo de la casa, una que otra vez. Y no puedo creerlo, porque así me dijeron, que si durante un parto se oye el grito de una lechuza es porque el recién nacido morirá en poquísimo tiempo. Y esto puede hacerlo una gallina, mucho menos mis gallinas y mis dos gallos. Nunca, jamás. Eso lo aseguro.
No he visto a nadie morir al pie de una lechuza. Y tampoco puedo decir que las lechuzas son brujas, pero el río suena cuando trae agua.
Sigo con mis gallinas y mis gallos, y hasta el momento no he visto a ninguna gallina convertirse en lechuza. Sin embargo, ¿podría ocurrir? De repente me asalta el temor o probablemente la curiosidad y hasta posiblemente aceche en cualquier noche de estas a estas gallinas cuando suban a dormirse a su palo, porque quizás tengan más sabiduría que la que yo pueda creerme, y convencido de las mentiras…sea la verdad que me han dicho.
Una noche cualquiera apareció una lechuza donde hubo una gallina. Increíble. Y debajo del tronco del árbol en el cual duermen las gallinas, medio inocentes, se vieron algunas plumas. Fue como si hubiesen sobrado cuando la gallina decidió convertirse en lechuza, sólo que las plumas mantenían medio seca piel de gallina entre sus cañones. Descubierta la lechuza, justo en el lugar donde estuvo la gallina, me miró fijamente y al poco tiempo voló medio gimiendo, como cuando alguien ha muerto. Nunca supe si la gallina retornó porque desde esa noche a mí a nadie más se le ocurrió contar las gallinas que dormían tranquilamente en el tronco del árbol. El gallo siguió ahí.