martes, 2 de noviembre de 2010

Un poquito de todo, revisando los puntos

Un desayuno escolar para estudiantes primarios del sistema educativo dominicano parece deslucirse año por año, mientras en Brasil se desarrollaron unas elecciones exitosas, sin que nadie, hasta el momento, haya sacado la cabeza para decir, denunciar o acusar de vicios, trampas o cualquier manifestación de abuso del poder a favor de la candidata oficialista. Una mujer, nueva vez, al poder. Las mujeres nos gobiernan en la casa y ahora nos gobernarán a plenitud. Exito. Se agotan los políticos tradicionales, los partidos y da la impresión que la sociedad trata de encontrarle una respuesta a las situaciones de desastres gubernamentales. Si es una mujer, pa lante, porque de debajo de cualquier yagua sale tremento alacrán. Lula Da Silva, de quien esperaron el fracaso, dió tremenda demostración de racionalidad, de equilibrio, del buen saber. Los argentinos han llorado -lo que se dice- al poder que ha estado detrás del trono. Ahora veremos al trono sin el poder detrás desenvolverse, y los primeros días obvios sacudiones.... y los antecedentes sobran en Argentina, de una mujer que se levanta de las cenizas con suficiente bríos. La oportunidad la merece. En dominicana, el desayuno es pan, el mismo pan que todos llevamos debajo del brazo. Tal vez el sistema gerencial o administrativo de tal proceso debería modoficarse o sencillamente hacer del desayuno una rutina de terceros, a los fines de que el sistema educativa jamás se vea afectado por sus fracasos o fallos operativos y de los conflictos de intereses. Donde "navegan" tantos millones de pesos, es obvio que muchos quieran poner los pies debajo de la mesa. Todos quieren del desayuno. Y si algo me llama la atención, es la declaración reciente de un representante del Fondo Monetario Internacional quien ha dicho: República Dominicana debe tener cierta cautela en su endeudamiento. Cualquier persona sabe, por experiencia propia, que cuando nos endeudamos más allá de nuestra posibilidad de pago, hacemos crisis, y de mala manera. Lo perdemos todo, hasta el dulce encanto de la mirada.