Difícil o muy difícil es la tarea de comunicar la gestión desacreditada de una institución pública o privada. No digo que sea imposible. Es una tarea reconstructiva. El primer paso es reconocerse en sus derectos, el segundo es el de asumir una nueva conducta. Y nunca, jamás, renunciar a un principio básico: lo que decimos, informamos, comunicamos, tiene que ser igual a lo que hacemos. Coherencia es una palabra clave que, sumado a la credebilidad, dará como resultado la confianza.
El descrédito es desconfianza. La confianza es crédito público.
Cómo convertir lo malo en algo bueno?
Precisamente, demostrando con hechos lo bueno que eres o dices (la bondad). Perecepción y proyección, identidad e imagen. Anotemos estos términos, puesto que se complementan. Jamás tendremos éxito vendiéndonos como angelitos siendo biablitos.
En comunicación, como en todo lo que hacemos, se parte de la verdad, de la verdad aceptada socialmente. Todo cuanto decimos debemos mostrarlo y evitar que se preste a dudas, a la interpretación. Así como una imagen vale más que mil palabras, un hecho habla por sí solo. Un hecho tangible es una fotografía, un retrato. Y no acepta, por ninguna circunstancia, manipulación, montaje, trucos. Es lineal.
Predicar, desde el punto de vista de cualquier religión, es comunicar. Para creer en cualquier preddicador hay que cuidar qué se dice, cómo se dice y siempre....la coherencia entre quien lo dice, qué decimos y lo que hacemos respecto de lo que decimos. Una prédica es un predicado. Y el predicado es todo aquello que decimos de un sujeto.