martes, 14 de julio de 2009
La mamá de la tierra
Molesto un día con él mismo, don Eusebio Adriano, quien vive junto a gallinas y gallos en una casita sencilla, construida pobremente sobre una lomita de tierra y yerbas, se preguntó: ¿Quién será la mamá de la tierra? Y si tiene una mamá, ¿quién ha sido el papá?
Desde cualquier loma preñada de árboles frutales cualquiera se queda en su pensamiento y ve correr su imaginación cual cinta cinematográfica de la existencia, y en el silencio de la noche perderse con la vista en el cielo sin el tiempo en sus manos para encontrarse con tantas estrellas cual lucerillos inmóviles… hasta que de pronto te sacuda el salto de una estrella de larga y brillante cola, como si fuese un gusanito bailarín, que brincó.
Si la tierra es redonda o cuadrada poco importa, porque la noche es la noche, y es cuando cualquier secreto te espanta la tranquilidad, muy a pesar de las horas que tiene un día, tan claro como una luz, todo en la noche puede verse u oírse. No hay nada tan indiscreto como el silencio de una madrugada cuando se espera el encuentro de los párpados.
Si todos tenemos un padre y una madre, ¿cómo nació la tierra, tan profunda y extensa, tan larga y hermosa, tan calurosa y tan fría?
Don Eusebio Adriano sospechaba de la Luna. La veía siempre, medio coqueta y sonriente, como si guardara un secreto. Y sabía por viejo que las mujeres podían esconder una verdad con tanta inteligencia y gracia, que sólo era descubierta siguiendo en su cara al hilo de su sonrisa muda y su mirada resbalosa. Y la Luna es una mujer muy sabia.
La Luna se posa sobre el agua y permanece como un ojo en la conciencia. Alumbra la cama sin necesidad de encender una vela y nos traza un camino, sin temor a equívocos en ninguna ruta. Sólo la lluvia y las nubes grises son capaces de provocar su huida, de molestarla en su manto, cual lienzo que cuela el aliento.
La Luna es una mujer hermosa y nos protege. No crece una estaca ni una flor si nunca nos llevamos de su consejo. Tiene la virtud de castigar a la tierra y de salvarla. La Luna tiene un sentimiento de complicidad, y don Eusebio Adriano descubrió que gracia a la Luna se podía dominar a la tierra. Sabía perfectamente, por instinto e intuición, que hay una relación única con la tierra. Y no había quien le quitara de su cabeza la conclusión a la cual había llegado: la Luna es la madre de la tierra. Y no sembramos sin la luna.
La tierra sangra como una herida según sea el momento lunar. Y hay una luna tan nueva y llena como un cuarto creciente y un menguante. Pero habrá parido a la tierra precisamente cuando estuvo llena y tan nueva. La mujer quita al hombre de su lado cuando está de luna llena, y su luna nueva le provoca desamor. Sin embargo, queda productiva y puede dejarnos la casa llena de muchachos. La luna llena es alegre, pícara, no se controla y se vuelve menguante cuando reposa y te espera.
Tagátki úkic, kéman taskálu ne métsti, íga gipía í taxpat taskálu ne métsti, es decir: "Un varón vino al mundo, cuando la luna estaba llena, debido a que ella tienen fuerza cuando está llena."
El marido de la Luna es el Sol, y parieron a un hijo, que es la tierra. Y fue en luna llena cuando nació la tierra. El Sol nos salva como lo hace la luna. Protege a la tierra, como lo hace la Luna. Seca a la tierra cuando está tan mojada y en riesgo de muerte o de enfermarse. La tierra se le acerca de vez en vez, quizás buscando calor, cuando se quema la hojarasca seca. El lo puede ver todo, como lo hace la Luna. Uno vigila durante la noche, y el otro hace en el día. Pero, ¿cuándo se descubrieron? ¿Cuándo iniciaron sus pasiones? ¿En un atardecer? El Sol va de manito con la Luna, y cuando la Luna le coquetea…el Sol sonríe. El Sol es orgulloso, con dones de caballero muy a pesar de los encantos solitarios de la Luna, que tiene un cuerpo de queso. El Sol y la Luna se quieren, contó a otros don Eusebio Adriano. Se buscan, sin el uno no hay lo otro. Quizás no se acuestan juntos pero amanecen en el mismo lado de la misma cama. Ella se viste en las aguas mansas del manantial, y el Sol la llena de besos cuando el cielo se torna rojizo. Ella discretamente medio se distancia, pero El la espera cuando el alba con su rocío llena al pasto de emociones y una luz tan clara nos anuncia un nuevo día.
miércoles, 8 de julio de 2009
Las pausas constructivas, a propósito de Jackson
La ex esposa del rey del pop Michael Jackson, Lisa Marie Presley, afirma en su blog: "Nuestra relación no era una farsa...Me sentí muy enferma, y emocional y espiritualmente exhausta, en mi intento por salvarlo de cierto comportamiento autodestructivo y de los horribles vampiros y sanguijuelas que siempre lo rondaban".Cuando Juan Luis Guerra se retiró de los escenarios en 1995 nosotros fuimos de los primeros que lamentamos que un artista de su talento, en la plenitud de su vida, y con el éxito en los bolsillos dejara al país huérfano de su arte. En ese momento su proyección en el mundo apenas empezaba, y entendíamos que era un error que abandonara su carrera musical dizque para dedicarse a administrar la estación de radio Viva FM y el canal Mango TV. Ya era millonario, pero entendíamos que su vocación fundamentalmente no era hacer dinero. No tenía alma de comerciante. Más el tiempo fue poniendo las cosas en su sitio: Juan Luis no podía dormir, sin ingerir pastillas. Las giras internacionales lo tenían stresado. Casi no veía a su esposa Nora y el matrimonio entró en crisis. Las mujeres lo acosaban en busca de compañía y los periodistas en busca de primicias. Juan Luis estaba perdiendo el control, y la visión del ojo izquierdo.Nuestro asombro aumentó cuando nos enteramos que se había convertido al evangelio.En ese tiempo nosotros eramos un brioso reportero del periódico Hoy y nos sentimos desairados cuando nos informaron que Juan Luis decidió no concedernos una entrevista exclusiva que nos había gestionado su relacionadora pública. "A este señor el éxito se le ha subido a la cabeza o se ha vuelto loco", pensamos. No cosa no era tan simple. Y ahora le damos la razón por haber hecho un pausa. Años después nos juntamos, ya era multimillonario, pero era el hombre más humilde, accecible y sin poses de superestrella que hemos tratado. Un ser humano sin complejos.Recordamos a Juan Luis a propósito de la muerte repentina del cantante y bailarín norteamericano Michael Jackson. Michael Jackson ha puesto al descubierto cómo las malas compañías, los aplausos, la fama y el éxito material pueden acabar con cualquiera que no sepa administrar el ego y las luces de los reflectores.Según informes médicos preliminares el cuerpo de Michael Jackson estaba desnutrido y mostraba los estragos causados por las múltiples cirugías estéticas a las que se había sometido y el abuso de analgésitos para calmar el dolor. Era un rehén de la imágen pública.Allegados suyos han revelado que temían desde hace tiempo un desenlace fatal debido a la forma en que ingería los medicamentos.Su vida sexual era desordenada y escándalosa. Varias veces cayó preso por su inclinación a los niños. Estaba quebrado por los gastos personales excesivos, en abogados y en acompañantes.Murió a los 50 años de un paro cardíaco. Estaba rodeado supuestamente de amigos y admiradores. Y sin embargo, ninguno pudo detener su caída. Ni siquiera la bella Lisa Marie Presley quien revela que Michael Jackson presentía su final: "Michael Jackson era un alma torturada que predijo que terminaría como mi padre, Elvis Presley", asegura.
lunes, 29 de junio de 2009
Queríamos que el murciélago fumara/ Cuento
Alrededor de las ocho de la noche sentía el montón de murciélagos. Me aterraban. Volaban rosándome el cuerpo, cual si protestaran mi presencia. Pero cuando logré capturar a uno de estos hubo suficiente sol para verlo clarito: un ratón con alas negras, vivaracho, con orejas paraditas, cual radares…y adherido a la raíz del arbusto, con sus uñas largas. No colgaba de sus pies, cabeza hacia abajo, como en las películas. Estaba de patitas abrazado al tronco del árbol.
Corrí hacia la casa y de inmediato retorné con la cajetilla de cigarrillos y unos fósforos, porque si en verdad el sol los mataba, no podía perder tiempo. Eufórico, llamé a unos de mis amiguitos, quien también saltó de alegría, su entusiasmo era mayor al que sentía dentro de mi. Entonces el orgullo, eso sí que estuvo contagioso. ¡Por fin! No podía creerlo. Esperé tanto, y tenía mi propio murciélago. ¡Vivo! Ahora teníamos que ponerlo a fumar.
Mi amigo encendió el primer cigarrillo. El murciélago aparentaba medio tonto, quizás no veía, y quizás debíamos esperar a la noche. Insistimos. Entreabría los ojos. Abría y cerraba la boca, una y otra vez, una y otra vez. Sus ojazos. El miedo nos arropaba, tal vez era repugnancia. Hasta que definitivamente lo vimos orinarse y su cuerpecillo medio estirándose. Le abrimos las alas porque no podía ser un ratón. ¡Esa cara! Abrió la boca y parecía consumirse.
El cigarrillo estaba en su boca, y el murciégalo recogía las patas. Volvía a estirarlas.
-No le gusta este cigarrillo. Hay que buscar otro.
Corrimos hasta el tendero y pedimos cigarrillos con filtro, sin mentol, para mi abuela. El vendedor nos miró dudando de los dos pichones agitados, sobresaltados, e indujo a una conversación, cual profesor, preguntándonos por las tareas de la escuela. Que si la salud de la abuela, que si mi padre que si mi madre, que si el tío, que si no debemos nada. Nos miramos. Mi abuela está esperándonos, quise decir cuando vimos caer la cajetilla sobre la mesa, mientras se le escapaba al marchante una sonrisa medio burlona, casi de complicidad…y nos abrimos el pecho, con la cabeza flotando en sueños, en imágenes de un murciélago dibujando nubes. Y el cigarrillo consumiéndose. ¡Encendamos el otro, y otro y otro….!
-Debimos clavar el murciélago, como al hombre que está en la cruz esa.
-Debe estar por aquí. No pudo haber volado. De día son ciegos.
-No es verdad, este abría los ojos.
-Te digo que son ciegos.
-Pero te digo que este veía. ¡No está!
Ya tenía a quien me hiciera compañía. Pasó una noche, otra y otra. Y llegó el domingo, nada. No volvimos a atrapar a ningún otro. Las noches se volvieron difíciles. Éramos dos sobre un techo de zinc, se nos quejaban por posibles goteras. Y más que esto era que había muchas goteras, es decir pequeños agujeros a través de los cuales fluía la lluvia y nos mojaba adentro, aún cuando la llovizna fuera poco abundante. Los clavos de cabeza ancha salían con nuestras pisadas, hasta que descubrimos que pisándolos los manteníamos presionados, con menos ruido. Eran nuestras casas muy viejas y las planchas de zinc, por igual, con sobresalientes oxidados, corroídos, y las hojas abundantes del árbol muchas veces impedían evitar las malas pisadas. En algún momento pudieron creer que éramos ladrones, y jamás muchachos jugando, queriendo atrapar a algún murciélago para ver si realmente eran efectivamente fumadores.
Una mañana de un sábado cualquier volvimos a rebuscar entre las raíces del árbol.
-Dejemos esto, no tenemos suerte.
-Hay que seguir.
Mi amigo insistía, pero desistí. Y transcurrieron largos meses sin que volviéramos a pensar en los ratones con alas. Se mudó unos de nuestros vecinos, y supe que un policía ocupó la casa que quedó vacía por poquísimas semanas. Eran los años sesenta, y un vecino era como el mejor de nuestros primos. Un pariente cercano. Siempre lo creí bombero hasta que aprendí que los bomberos no portaban pistolas. Este hombre policía apareció sin hijos, con una mujer gorda, muy gorda, por demás quejosa. Inmediatamente se levantaba de su cama, la veíamos en el patio con la cabeza repleta de cosas envueltas que le agrandaba su cara redonda, cual luna llena. Tan pronto jugábamos próximo a su puerta trasera de la pieza que ocupaban, lanzaba maldiciones difíciles de recordar por la rapidez con que eran dichas, y tantas veces en las tarde que nos sentíamos bandidos perseguidos. El, en cambio, era medio manso, probablemente porque antes de acostarse bebía ron con hielo. Flacucho y de pelo crespo, como una canela. ¡Un palo viejo!, le oíamos. Un ron en botella chata, con una etiqueta amarillo canario y creo que aparecía un hombre sirviendo un trago.
Lo peor era que el árbol donde vivían los murciélagos nació justo detrás de la cocina de esa casa y aunque nos treparíamos a la azotea por los vecinos más cercanos cuyas paredes se separaban a medio metro de otros vecinos, con un trecho que nos permitía trepar con la espalda recostada y medio de rodillas. Era gatear de espaldas, mirándonos la punta de los pies. Así volvimos una noche cualquiera, luego de unos meses, a comprobar si seguían los murciélagos. ¿Fumaban, no fumaban? Y ahí estaban.
Una noche de diciembre quisimos repetir la hazaña. Mi amigo tendría unos doce años, como yo, cuando quisimos descubrir la osadía del murciélago de fumar como los hombres.
-Es ahora o nunca, dije.
En efecto, así ocurrió. Próximo a las 8:30 de la noche nos sentimos hombres desafiantes. En mi bolsillo mantuve la cajetilla de cigarrillos con filtros y una caja de fósforos. Pisábamos con suficiente cuidado, pero el techo chilló. Mi amigo iba delante, yo detrás. Notamos a los murciélagos zumbar, como si estuviésemos ausentes. Ya pronto tendríamos a unos de estos bichos cuando escuchamos algo así como un disparo. Y nos miramos perplejos. Vi el fondo blanco de los ojos de mi amigo tan abierto como nunca. Creyéndolo más miedoso que a cualquiera de los cobardes, vi cuando perdía las fuerzas de sus piernas y comenzó arrodillarse, al ritmo de rodarse lentamente hasta caer justo entre las raíces del árbol. Bajé hasta él sin darme cuenta nunca cómo lo hice, y entre sus piernas observé un chorro de sangre. Lloré sin palabras. Volví, grité fuerte buscando aire y apareció la gorda, la mujer gorda, con cara de espanto. Recogió a mi amigo, dejando un caminito de sangre que recorrí con mis ojos mojados.
-Qué pasó? ¿Cómo se cayó, carajo?
Ella, la mujer gorda preguntó. Y tal vez fui yo el único quien escuchó el ruido de un disparo. Y el único niño en ver a su amigo sangrar, mucha sangre, por entre sus bolas de hombre.
A la mañanita, una lona grande cubría del sol a mucha gente sentada y parados, otros, en la puerta de entrada a la casa de mi amiguito, quien dormía con trocitos de algodón entre los agujeros de su nariz. La boca, cual si hubiese querido hablar. Volví a llorar. Y traté de esconderme en el patio. Lo sentí hueco, en un infinito vacío. Oscuro. Girando en círculos caí y me vi abrazado al árbol donde viven los murciélagos, y justo en mis pies…un murciélago.
jueves, 25 de junio de 2009
Obama en la palabra clave
Sin embargo, mientras transcurre tal nivel de embarazo podemos ir leyendo un discurso del presidente Obama, siempre desde su perspectiva de un rostro sonriente, despreocupado, imprimiendo optimismo allí donde pone su voz o escribe y pronuncia algunas palabras. Es como si nos dijera que nunca es más oscura la noche que cuando va amanecer. No desfallece.
Una palabra clave que hay en su discurso desde que llegó a la Casa Blanca y tal vez en tanto permanezca allí: confianza. Y cuando hablamos de confianza estamos refiriéndonos a seguridad, a credibilidad. Tal vez en un esquema de razonamiento deje de tener su importancia en las decisiones de los ciudadanos en sus relaciones políticas con una gestión gubernamental, pero desde la lógica, si podemos decirlo así, de las emociones, cambia el panorama. ¿Lo creen? Comunicamos emociones. Informamos datos, lo racional.
¿Qué nos separa de cualquier gobierno, aunque gobierne el partido por el cual hemos votado?
Citar factores, bueno, hagámoslo: a) dejó de ser lo que se esperaba, b) la economía parece que jamás mejorará, c) muchas palabras y pocos hechos, d) dejó de cumplir con las promesas que nos hizo durante la campaña electoral, e) mi estabilidad económica y social se ha perdido, f) y la gestión gubernamental está poniendo en juego mi futuro más inmediato. Sin embargo, ¿podríamos resumir cada uno de estos factores en una sola palabra? .....
lunes, 22 de junio de 2009
"Gobierno bien pero comunico mal ": análisis de las rutinas de la comunicación gubernamental
La comunicación política tiene un objetivo: generar consenso. Si la comunicación política no actúa bien, no hay consenso y si no hay consenso, no hay buena gestión.
Por Mario Riorda/http://www.inap.gov.do/listadet.php?codigo=93
Nota/texto resumenCuando se dice que se gobierna bien pero se comunica mal, se dice una mentira. La comunicación política tiene un objetivo: generar consenso. Si la comunicación política no actúa bien, no hay consenso y si no hay consenso, no hay buena gestión. El consenso es la búsqueda de acuerdos políticamente operantes centrados en la idea de que, si bien puede haber (y de hecho probablemente siempre existan) grupos en los márgenes del consenso, o bien fuera de éste, las políticas de un gobierno deben ser aceptadas socialmente por la mayor cantidad de personas. Éste también es un modo de entender la legitimidad como elemento clave para dotar de estabilidad a un gobierno....
lunes, 15 de junio de 2009
Sobre la comunicacion interna
http://www.marketing-xx1.com/la-comunicacion-interna-119.htm
La comunicación interna es la comunicación dirigida al cliente interno, es decir, al trabajador. Nace como respuesta a las nuevas necesidades de las compañías de motivar a su equipo humano y retener a los mejores en un entorno empresarial donde el cambio es cada vez más rápido.
Es un error pensar que la comunicación interna es «un lujo» y algo exclusivo de las grandes empresas y máxime en la etapa que estamos atravesando que viene marcada por unos resultados un tanto inciertos a todos los niveles. De ahí que se esté convirtiendo en uno de los grandes retos profesionales del siglo XXI, donde todavía son muy pocas las entidades que desarrollan una adecuada política de comunicación interna que contribuya a implantar los cambios y a lograr los objetivos corporativos y estratégicos de la compañía.
Muchas empresas ignoran que para ser competitivas y enfrentarse con éxito al cambio al que nos empuja inexorablemente el mercado, han de saber motivar a su equipo humano, retener a los mejores, inculcarles una verdadera cultura corporativa para que se sientan identificados y sean fieles a la organización. Y es precisamente aquí donde la comunicación interna se convierte en una herramienta estratégica clave para dar respuesta a esas necesidades y potenciar el sentimiento de pertenencia de los empleados a la compañía.
Para aumentar la eficacia del equipo humano, verdadero artífice de los resultados, ha de sentirse a gusto e integrado dentro de su organización y esto sólo es posible si los trabajadores están informados, conocen los diferentes entramados de la compañía, su misión, su filosofía, sus valores, su estrategia, se sienten parte de ella y, por consiguiente, están dispuestos a dar todo de sí mismos. Además, no debemos olvidar que la comunicación interna ayuda a reducir la incertidumbre y a prevenir el temido rumor, un elemento muy peligroso para las compañías.
Por ello, transmitir mensajes corporativos, informar sobre lo que ocurre dentro de la empresa, motivar y establecer una línea de comunicación eficaz entre los empleados, la dirección y los diferentes departamentos de la empresa son algunos de los objetivos que persigue la comunicación interna.
En cuanto a los tipos de comunicación interna, podemos hablar de dos: ascendente, que se realiza desde abajo hacia arriba en el organigrama de la empresa; y descendente, que tiene lugar desde arriba hacia abajo. A menudo, muchas empresas caen en el error de convertir su comunicación en algo unidireccional, donde los trabajadores son meros sujetos pasivos.
http://www.losrecursoshumanos.com/contenidos/2710-comunicacion-interna-gestion-clave-en-las-organizaciones.html
http://www.rrppnet.com.ar/comunicacioninterna.htm
El fantasma de Trujillo
Conocí a un enfermo del vientre a quien los cirujanos
habían extraído un tumor fenomenal. Cuando se quejaba en la convalecencia y se le preguntaba "qué te pasa", decía: "parece que echo de menos mi tumor. Estaba tan bien acomodado". Eso explica, tal vez, los funerales impresionantes con que los pueblos largo tiempo avasallados entierran a sus déspotas".José Figueres, ex presidente de Costa Rica.
Por Edgar Valenzuela /colaboración.
La polémica que en estos momentos mantiene en vilo a distintos sectores del país es el premio nacional de novela otorgado al libro "A la sombra de mi abuelo", escrito por Aída Trujillo, hija de Ramfis y nieta del hombre fuerte de San Cristobal.
La obra se impuso a otras 13 que concursaban y fue seleccionada por un jurado integrado por el mexicano Jorge Volpi, el salvadoreño Manlio Argueta y el dominicano Roberto Marcallé Abreu.
Precisamente esta es una las críticas que se hace al veredicto. Se objeta que un jurado que mayoritariamente no es dominicano decida el destino de novelas escritas por dominicanos. Como estamos en la Era de la Globalización podría aceptarse un jurado extranjero, pero no dos de tres.
El escritor Marcallé Abreu defendió la capacidad e independencia del jurado, y atribuyó los comentarios en contra de la selección, por parte de escritores y organizaciones patrióticas, a que la figura de Trujillo sigue viva en el alma nacional.
"En la mayoría de las obras estudiadas, quizás 12 del total de 14, la personalidad de El jefe es como un espectro que planea -y lo sigue haciendo- sobre la vida de los dominicanos", dijo.
Este último aspecto es el que nos llama la atención, independientemente de que escritores y organizaciones patrióticas exigan la anulación del veredicto por entender que ofende la memoria de los caídos. (El ministro de Cultura José Rafael Lantigua, aún cuando mostró su insatisfacción con el premio, advirtió que no ejercerá presión para que el jurado cambie su parecer)
Lo llamativo es que el cuerpo de Trujillo cayó acribillado el 30 de mayo de 1961, pero el fantasma del tirano sigue deambulando en la imaginación popular, 48 años después de su ajusticiamiento y a 79 años de que tomara el poder a través de un golpe de estado en 1930.
¡Ahí es donde está el escándalo: no hemos enterrado a Trujillo! ¡Los dominicanos vivimos alimentando su recuerdo!
En lugar de construir el futuro estamos aferrados a los demonios del pasado.
Todos los intelectuales contemporáneos se distancian de la Era de Trujillo. Públicamente todos la condenan. Más a la hora de escribir o publicar no pueden dejar de pensar él.
Algunos amigos nos dan una explicación del fenómeno: "¡Trujillo es una marca que vende y mucho!".
Recomiendan incluir a Trujillo, como sea, en los libros porque sus productos tienen una venta asegurada, aunque no tengan mucha calidad, como ¿la novela? "A la sombra de mi abuelo". Entonces, agregan, para qué coger lucha buscando otro personaje y otras historias, de pegada, si Trujillo es una industria.
Da la impresión de que muchos escritores dominicanos están atrapados en un círculo vicioso: Repiten como cotorras los mismos argumentos, los mismos enfoques y los mismos personajes de las últimas cinco décadas.
Como si el reloj se hubiese detenido.
Es comprensible que los descendientes del dictador vivan atormentados. Además de su apellido, heredaron el desprecio que se ganó Trujillo con su autoritarismo y su falta de respecto a los derechos humanos.
Sin embargo, los pueblos que progresan no pueden vivir anclados en el pasado o dando tumbos hacia atrás, como el cangrejo.
Ya es hora de pasar la página, de entrar en una etapa diferente de la vida dominicana.
Sin pretender trazar pautas, pues en democracia cada cual puede escribir y hablar de lo que quiera, nos parece que es necesario experimentar con otros temas y trabajar otros personajes.
Una literatura sólida no gana la posteridad exclusivamente por su impacto comercial.
http://fotoshistoricas.blogspot.com/
http://www.27febrero.com/trujillo.htm
(*) El autor es periodista, teatrista y escritor.