En estos días, el amigo Lauterio Vargas publicó su libro "Huellas de El Siglo", en el cual relata su paso por el desaparecido periódico El Siglo, que en su momento fue el más moderno de República Dominicana: calidad informativa, de impresión, fotográfica, tecnología, en formato estandar. Surgió, si no mal recuerdo, en 1981 y pocos años después cerró. En nuestro país hubo un gran movimiento respecto a la ralación de propiedad de los medios de comunicación (mcs) cuando el sector bancario optó por la apropiación de estos en forma masiva, y muy pronto -por una razón u otra- entró en crisis. Pues Lauterio, un periodista joven, de la generación de los noventa, nos deja este texto de más de 200 páginas, una especie de memoria. El prólogo que le escribí es el siguiente:
"El periodismo es un oficio apasionante. Su ejercicio es hoyar, tratando de descubrir, siempre, qué cosa hay en el fondo. Pocas veces nos recostamos conformes, pues hay un olfato, una intuición que continúa incidiendo en nuestras decisiones, y cuando perdemos las emociones de su práctica social en la producción de la información y en sus resultados entonces hemos dejado de ser periodistas. Y subrayo pasión, emoción.
Claro, contrario a la comunicación, el periodismo es racional. Todo cuanto hacemos es en torno al dato, a un dato, y hasta con una licencia para especular pero con un objetivo bien claro: la noticia. Y repito aquí lo que otros, con mucha razón, han expresado, en el sentido de que el periodismo es la construcción de un presente, muchas veces desde la reconstrucción del pasado, para tejer una historia. Cronistas desde lo cotidiano para el día a día. Es la historia viva, aquella que será y deberá ser analizada o reservada para los historiadores. Tal vez una misma misión pero con dos visiones de los hechos, tomando la palabra con la palabra. Con vocación para interpretar y analizar los momentos, y refrescar la memoria. El historiador nos devolverá el pasado, el periodista hará del presente un pasado en movimiento para que exista desde la perspectiva del historiador.
El autor de esta obra, sencilla, relata episodios que nos dejan detrás de cada línea el sabor de las experiencias común a cualquier periodista en cualquier parte del mundo; solo que en poquísimo tiempo, Lauterio Vargas optó por contarnos una travesía desde una empresa periodística para reflejarnos una realidad cual espejo a través del cual vemos cómo un joven electricista comenzó a cambiar los voltios por el manejo de datos cual cables de un tendido eléctrico que cree abandonó.
Quienes en algún momento de su vida nos dieron sus memorias lo hicieron desde sus mansas canas, no así este joven periodista joven. Deja sus huellas para alertar a quienes se inician en esta carrera a los fines de evitarnos tropezones e innecesarias fatigas por dejar de comprender su medio ambiente. Todos somos una especie de esponja, y en determinados momentos estamos obligados a exprimirnos, unos antes, otros tiempos después, y habrá casos en que terceros tendrán la tarea de hacerlo por nosotros cuando ya estemos muertos. Lauterio Vargas comenzó ahora, y mis felicitaciones."
En la presentación del libro llamé la atención de las escuelas de Comunicación de nuestro país en el sentido de que debe producirse una reflexión en torno a la necesidad de modificar su oferta curricular, su contenido, porque el desarrollo y/o evolución tecnológica está provocando la desapareción de distintos oficios, y el periodismo -estimo- entrará en una fase de cambio brutal, y aunque hoy ignoremos qué ocurrirá con esta práctica, posiblemente el periodismo, tal cual lo conocemos hoy, será muy diferente. Nuestras escuelas siguen organizadas y operando bajo criterios tradicionales, cual si el papel fuese actualmente el único instrumento para la difusión de un texo periodístico. La simple aparición del celular/móvil nos coloca de cara a nuevas perspectivas del futuro de la comunicación y de la información. Precisamente, el título del libro de Lauterio nos permite una doble interpretación: es la huella de un periodista y es la huella de un tipo de periodismo que posiblemente esté siendo superado, porque se trata de las huellas del siglo XX y el camino del siglo XXI será hecho al andar, como ya lo dijo el poeta Machado, caminante no hay camino, se hace camino al andar.
"El periodismo es un oficio apasionante. Su ejercicio es hoyar, tratando de descubrir, siempre, qué cosa hay en el fondo. Pocas veces nos recostamos conformes, pues hay un olfato, una intuición que continúa incidiendo en nuestras decisiones, y cuando perdemos las emociones de su práctica social en la producción de la información y en sus resultados entonces hemos dejado de ser periodistas. Y subrayo pasión, emoción.
Claro, contrario a la comunicación, el periodismo es racional. Todo cuanto hacemos es en torno al dato, a un dato, y hasta con una licencia para especular pero con un objetivo bien claro: la noticia. Y repito aquí lo que otros, con mucha razón, han expresado, en el sentido de que el periodismo es la construcción de un presente, muchas veces desde la reconstrucción del pasado, para tejer una historia. Cronistas desde lo cotidiano para el día a día. Es la historia viva, aquella que será y deberá ser analizada o reservada para los historiadores. Tal vez una misma misión pero con dos visiones de los hechos, tomando la palabra con la palabra. Con vocación para interpretar y analizar los momentos, y refrescar la memoria. El historiador nos devolverá el pasado, el periodista hará del presente un pasado en movimiento para que exista desde la perspectiva del historiador.
El autor de esta obra, sencilla, relata episodios que nos dejan detrás de cada línea el sabor de las experiencias común a cualquier periodista en cualquier parte del mundo; solo que en poquísimo tiempo, Lauterio Vargas optó por contarnos una travesía desde una empresa periodística para reflejarnos una realidad cual espejo a través del cual vemos cómo un joven electricista comenzó a cambiar los voltios por el manejo de datos cual cables de un tendido eléctrico que cree abandonó.
Quienes en algún momento de su vida nos dieron sus memorias lo hicieron desde sus mansas canas, no así este joven periodista joven. Deja sus huellas para alertar a quienes se inician en esta carrera a los fines de evitarnos tropezones e innecesarias fatigas por dejar de comprender su medio ambiente. Todos somos una especie de esponja, y en determinados momentos estamos obligados a exprimirnos, unos antes, otros tiempos después, y habrá casos en que terceros tendrán la tarea de hacerlo por nosotros cuando ya estemos muertos. Lauterio Vargas comenzó ahora, y mis felicitaciones."
En la presentación del libro llamé la atención de las escuelas de Comunicación de nuestro país en el sentido de que debe producirse una reflexión en torno a la necesidad de modificar su oferta curricular, su contenido, porque el desarrollo y/o evolución tecnológica está provocando la desapareción de distintos oficios, y el periodismo -estimo- entrará en una fase de cambio brutal, y aunque hoy ignoremos qué ocurrirá con esta práctica, posiblemente el periodismo, tal cual lo conocemos hoy, será muy diferente. Nuestras escuelas siguen organizadas y operando bajo criterios tradicionales, cual si el papel fuese actualmente el único instrumento para la difusión de un texo periodístico. La simple aparición del celular/móvil nos coloca de cara a nuevas perspectivas del futuro de la comunicación y de la información. Precisamente, el título del libro de Lauterio nos permite una doble interpretación: es la huella de un periodista y es la huella de un tipo de periodismo que posiblemente esté siendo superado, porque se trata de las huellas del siglo XX y el camino del siglo XXI será hecho al andar, como ya lo dijo el poeta Machado, caminante no hay camino, se hace camino al andar.
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