jueves, 5 de agosto de 2010

Red de periodistas municipalistas


Una red de periodistas especializados en temas municipales fue creada recientemente al término de un seminario-taller que se llevó a cabo en un hotel en la zona turística de Juan Dolio, patrocinado por la Fundación Dominicana de Municipios (FEDOMU), la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo y la Fundación DEMUCA.
Estos periodistas, que prestan su servicio profesional para los ayuntamientos o alcaldías de distintas regiones dominicanas, se mostraron entusiasmado con el proyecto. Recibieron orientaciones respecto a las tareas de comunicar e informar de los consultores internacionales, Luis Bruzón, coordinador general del área de comunicación de la Fundemuca, y Gustavo Araya, procedente de Costa Rica, y el primero de España. De República Dominicana estuvo quien suscribe este blog. Luís Aníbal Medrano, es el director de Prensa y Relaciones Pública de la FEDOMU, y fungió com animador además de presentar una ponencia de gran interés sobre estrategia de comunicación en la gestión municipal. El presidente del Colegio de Periodistas, Aurelio Henríquez, tocó el tema sobre la ética periodista en la gestión municipal, mientras que Virtudes Álvarez, dirigente político, se refirió al papel de los medios de comunicación en el Desarrollo Económico Local. Andrés Amauiy Bello, coordinador técnico de la Asociación de Municipios de la Región Ozama, tuvo igualmente una destaca participación como exponente.

martes, 27 de julio de 2010

Un enemigo en el cacao

Cuento
angel barriuso, julio 2010.

De pronto estaba ahí, cual sombra inconclusa. Un rostro sin códigos y sus brazos abiertos cual cruz medio quebrada. Corrí despavorido. Recuerdo al niño, quizás once años, medio perdido entre arbustos caminando hacia la parte trasera de la casona, ubicada ésta próximo a los cacaos, quizás creyendo que la madre estaba esperándolo justo en medio de la finca. Sólo escucha su voz. Miro hacia los lados, nada veo excepto aquella figura inamovible, terriblemente serena y medio despeinada, quizás un sombrero roído cubriría su cabeza, porque estoy suponiéndolo porque el miedo sacudió mis sentidos porque lo sensorial quizás quedó medio desconectado del entorno o tal vez el entorno está dentro de mi, y me apresa, inhabilita, y estoy convencido de que me deja circunstancialmente tieso. Cuando intento correr en dirección contraria, siento que paralelo a mis movimientos hay otros cuerpos ahora enormes, y de iguales particularidades. Apenas respiro pero cuanto más anhelo es refugiarme en la falda de mi madre, a quien no logro ver por ningún lado. Oigo ruidos, pisadas que creo quiebran palos y ramas secas. Creo que es la vaca del abuelo. La roban, Abuelo, le diré. La vaca, Abuelo, es la vaca, Abuelo. Muchos sonidos y ruidos, pienso hoy, me despistaron; el niño aquel de once años, qué podría imaginarse, tal vez la tierra lo engullía, yo resistiéndome, perseguido, acorralado. ¿Qué será, quiénes quieren hacerme daño? ¿Será a mamá a quien quieren robar? ¡Son muchos! Los enemigos son muchos y avanzan en silencio, fijan los brazos y el sombrero, vestidos todos a un mismo color, los mismos tipos de pantalones. Caminan iguales. ¿Quiénes son, qué buscan? ¡No…….!, y el niño quiere gritar, cree que la voz, su voz se ha apagado, cree abrir la boca, gritar a todo pulmón. Sin embargo, jamás escucha nada, absolutamente, ni siquiera recuerda de dónde provenían las palabras de su madre, que en algún momento sintió escuchar. ¡Ma, ma, maaaaaaaaaaaaaaaaaaa! Y sigue corriendo medio fatigado. Ve que los cuerpos feos, de pelos despeinados, con sombreros sucios y rotos, están cada vez más cerca de mí. Siento que todo está tan oscuro que me siento solo, sin nadie ni casas, ni camino, una nube negra y nada más. Estoy metido en un túnel probablemente sin salida. Me atacan, nos atacan, nos roban, quieren matarme. ¿Quiénes son? ¿Cuántos son, de dónde vienen? Me imagino seguir en el camino, corriendo sin descansar. No veo luz, no veo la casa, no veo a mamá ni mi abuelo. Voy corriendo sin ver, cuando de pronto quedo metido entrepiernas, sintiéndose arropado por una tela. ¿Qué pasa mi hijo, qué te pasa? Gime, no logra articular ningún sonido. ¿Qué te han hecho, mi niño, dime, qué te han hecho? Solloza, y algunos monosílabos escucha la madre. Me, me, me….. Cálmate, calma… y lo abraza, lo besa, lo mima….me, me, me…. Si, ya, lo se….me persiguen, hay alguien ahí, hay muchos hombres malos ahí. La madre ojea, nada. El niño suda frio, tiembla. ¿Quién está, dónde está, qué te ha pasado? Y el niño respira, lo siente la madre cuando el niño avienta sus pulmones, y la voz es otra. Es que hay alguien allí y por allí hay otro. Ahí vienen, corre, corre. Son feos, mamá, son feos y quieren hacerte daño, quieren hacerme daño. La madre intenta mantenerlo en el mismo lugar. Vamos, enséñame. Al final, hasta donde pueden ver sus ojos, la madre no logra distinguir a nadie, a ningún humano. Es por aquí, mi niño, es por aquí. Y la madre supone el hecho, lo qué habría ocurrido. ¡Míralos, no, no, no vayas…! No es nada, es nadie. ¡No, no, no, no quiero….son ellos, nooooooooo! La madre, valiente, ya en el fondo del patio, justo debajo de unos cacaos, le arrebató el sombrero a uno de los enemigos, y lo hizo con furia, decidida contra las sombras feas. ¡Mira, mi niño, mira! Y quise hacerlo, quise mirar! No es lo crees, mira mi hijo. Pero la noche le impedía a aquel niño mirar en paz lo que su madre mostraba con algo de calma y temple. Son amigos, mi niño, son amigos. ¿Qué, qué? Que son amigos. ¿Quiénes, quiénes, mamá? Estas no son personas, son otra cosa. ¡Qué?! Sí, no son personas, están aquí cuidándonos, cuidan lo que hemos sembrado. ¿Cómo, mamá? Si, mi niño. Espantan a los pájaros, los ahuyentan para que no vengan nunca a picar, a comerse nuestros alimentos, sólo hasta el momento en que se los demos. Y los pájaros vuelan, pocas veces se acercan, sólo vienen cuando los llamamos para alimentarlos de lo que podemos darles. ¿Quién, quien? Son muñecos, mi niño. Míralos, son muñecos, y están paralíticos, no se mueven, no corren no caminan, no hablan, pero espantan, asustan. Ves, tócalos. Y mientras entrábamos a la casa estoy seguro que uno de los muñecos movió los brazos. Mamá no dijo nada.

martes, 20 de julio de 2010

Comunicar con un pensamiento estratégico


El libro "Comunicar con un pensamiento estratégico" ya está circulando. Tiene cerca de 200 páginas, dividido en dos partes. La primera está reservada al concepto de estrategia, pensamiento estratégico, al pensamiento y la menta, a su funcionamiento y los modos de razonamientos desde el punto de vista de las versiones científicas y filosóficas. La segunda parte del libro, todo lo relativo a comunicar e informar, retomando teorías abandonadas para reivindicar un concepto de comunicación desde su origen etimólogico, para derivar en un concepto de comunicación estratégica y de qué hablamos cuando nos referimos a comunicar con un pensamiento estratégico. Este libro introduce una variente, porque además de los capítulos figuran unos espacios de reflexión llamados "paréntesis" sobre temas muy específicos que permitan al lector disfrutar de distintos momentos de lectura. El libro fue puesto en circulación el jueves día 15 en el Colegio Dominicano de Periodistas, con palabras de presentación de Aurelio Henríquez, presidente de esta institución. Quien suscribe agradece el respaldo recibido por el Colegio y su membresía e igualmente el apoyo de distintos amigos, profesionales del periodismo y de las relaciones públicas. En estos el libro está en venta en la librería La Trinitaria y en la sede del Colegio de Periodistas, ubicado en la Goerge Washington. Próximamente será puesto en circulación en Santiago de los Caballeros, la segunda capital dominicana.

jueves, 17 de junio de 2010

La tortuga y la argolla

A continuación reproducimos un breve cuento de la india, considerado un clásico. Llamo la atención en la simplicidad y sencillez en el decir y contar.

Era un sabio tan anciano que nadie de la localidad sabía su edad. Él mismo la había olvidado, entre otras razones porque había trascendido todo apego y ambición humana. Estaba un día sentado bajo un enorme árbol banyano, la mirada perdida en el horizonte, la mente quieta como un cielo sin nubes. De repente, vio cómo un hombre joven echaba una cuerda sobre la rama de un árbol y ataba uno de sus extremos a su cuello. El sabio se dio cuenta de las intenciones del joven, corrió hacia él y le pidió que desistiese de su propósito aunque sólo fuera un par de minutos para escucharlo. El joven accedió, y ambos se sentaron junto al árbol. El anciano se expresó así:
--Voy a hacerte un ruego, querido amigo. Imagina una sola tortuga en el inmenso océano y que sólo saca la cabeza a la superficie una vez cada millón de años. Imagina un aro flotando sobre las aguas del inmenso océano. Pues más difícil aún que el que la tortuga introduzca la cabeza en el aro del agua, es haber obtenido la forma humana. Ahora, amigo, procede como creas conveniente.
Todavía cuenta la gente del lugar que aquel joven llegó a anciano y se hizo sabio.
*El Maestro dice: Toda forma humana es preciosa, porque a través de ella podemos alcanzar la realización definitiva. Habiendo podido tomar tantas formas, es una gran fortuna haber tomado la humana.

martes, 1 de junio de 2010

Caperucita Roja

La siguiente es otra versión más sobre la reconocida narración "Caperucita Roja", pero esta es francesa. Siempre se ha dicho que aprendemos de los clásicos. Esta es una buena oportunidad.

Había una vez una niñita a la que su madre le dijo que llevara pan y leche a su abuela. Mientras la niña caminaba por el bosque, un lobo se le acercó y le preguntó adonde se dirigía.
– A la casa de mi abuela, le contestó.
– ¿Qué camino vas a tomar, el camino de las agujas o el de los alfileres?
– El camino de las agujas.
El lobo tomó el camino de los alfileres y llegó primero a la casa. Mató a la abuela, puso su sangre en una botella y partió su carne en rebanadas sobre un platón. Después se vistió con el camisón de la abuela y esperó acostado en la cama. La niña tocó a la puerta.
– Entra, hijita.
– ¿Cómo estás, abuelita? Te traje pan y leche.
– Come tú también, hijita. Hay carne y vino en la alacena.
La pequeña niña comió así lo que se le ofrecía; mientras lo hacía, un gatito dijo:
– ¡Cochina! ¡Has comido la carne y has bebido la sangre de tu abuela!
Después el lobo le dijo:
– Desvístete y métete en la cama conmigo.
– ¿Dónde pongo mi delantal?
– Tíralo al fuego; nunca más lo necesitarás.
Cada vez que se quitaba una prenda (el corpiño, la falda, las enaguas y las medias), la niña hacía la misma pregunta; y cada vez el lobo le contestaba:
– Tírala al fuego; nunca más la necesitarás.
Cuando la niña se metió en la cama, preguntó:
– Abuela, ¿por qué estás tan peluda?
– Para calentarme mejor, hijita.
– Abuela, ¿por qué tienes esos hombros tan grandes?
– Para poder cargar mejor la leña, hijita.
– Abuela, ¿por qué tienes esas uñas tan grandes?
– Para rascarme mejor, hijita.
– Abuela, ¿por qué tienes esos dientes tan grandes?
- Para comerte mejor, hijita. Y el lobo se la comió.”

lunes, 24 de mayo de 2010

El gigante Verlioka

Me confieso un seguidor de la cuentística rusa, de los pre y de los de la revolución bolchevique. Este corresponde a la antigua rusia, no a la socialista, pero lamento no darle su autor. Lo obtuve sin ello. Si uno de ustedes conoce el nombre de quien lo escribió nos lo hace saber. Gracias.

En tiempos remotos vivían en una cabaña un anciano con su mujer y dos nietas huérfanas, y tan preciosas y dóciles, que sus abuelos estaban constantemente alabándolas.
Un día el anciano sembró en su huerto guisantes. Los guisantes crecieron y se cubrieron de flores; el anciano contemplaba su huerto con gran satisfacción, pensando para sus adentros:
«Durante todo el invierno próximo podré comer pasteles con guisantes».
Pero, para desgracia del anciano, los gorriones invadieron el huerto y empezaron a picotear los guisantes. Viendo en peligro su cosecha, mandó a su nieta menor que espantase los gorriones, y ésta, provista de una rama seca, se sentó en el huerto al lado de los guisantes y empezó a amenazar a los pájaros malhechores, gritándoles:
-¡Fuera, fuera, gorriones! ¡No os comáis los guisantes de mi abuelito!
De pronto se oyó un espantoso ruido por el lado del bosque y apareció el gigante Verlioka. Era de un aspecto terrible: tenía un solo ojo, la nariz como un garfio, la barba como un haz de paja, el bigote de una vara de largo y la cabeza cubierta con púas de puerco espín; andaba apoyándose en un enorme cayado y sonreía con una sonrisa espantosa.
Cuando se encontraba con algún ser humano lo estrechaba entre sus robustos brazos hasta que le hacía crujir los huesos y lo mataba. No tenía piedad ni de viejos ni de jóvenes, y lo mismo acometía a los cobardes que a los valientes. Apenas Verlioka divisó a la nieta del anciano, la mató con su cayado.
El abuelo esperó un rato a la niña, y al ver que no volvía, envió a buscarla a su nieta mayor; pero Verlioka la mató también.
El anciano, cansado de esperarlas, perdió la paciencia y dijo a su mujer:
-¿Por qué tardan tanto en volver las niñas? Se habrán entretenido charlando con los mozos; mientras tanto los gorriones devorarán mis guisantes. Ve y llámalas a casa.
La anciana bajó de su lecho, sobre la estufa, cogió un bastón, salió al patio y se encaminó al huerto, donde se encontró a sus nietas sin vida; al percibir a Verlioka comprendió que aquella desgracia era obra del gigante, y, llena de dolor y de ira, se abalanzó a él y se agarró a sus barbas, con lo que Verlioka la mató con mucha más facilidad.
En tanto, el anciano, lleno de impaciencia, se levantó de la mesa, rezó sus oraciones y se fue despacito al huerto para ver lo que les había sucedido a su mujer y a sus nietas. Una vez allí vio a sus queridas niñas tendidas en el suelo como si durmiesen tranquilamente; pero una de ellas tenía toda la frente ensangrentada y en el cuello de la otra se veía la señal de cinco dedos; en cuanto a la anciana, estaba tan destrozada que era imposible reconocerla.
El desgraciado viejo lloró con desconsuelo, gimiendo y lamentándose durante un largo rato; pero poco a poco se tranquilizó, volvió a su cabaña, cogió un cayado de hierro y, lleno de ira y de ideas de venganza, se dirigió en busca de Verlioka para matarlo.
Después de andar bastante tiempo llegó a un estanque donde estaba nadando una Oca sin cola, la cual al ver al anciano empezó a gritarle:
-¡Así! ¡Así! Estaba segura de que vendrías; por eso te esperaba. ¿Cómo te va, abuelo?
-Buenos días, Oca. ¿Por qué me esperabas?
-Porque sabía que no perdonarías ni aun al mismo Verlioka la muerte de tu mujer y de tus nietas.
-¿Y tú conoces a ese monstruo?
-¡Ya lo creo! ¿Cómo no he de conocerle? Me acuerdo muy bien del día en que se puso a pegar en este mismo sitio a un desgraciado. Yo entonces tenía la costumbre de decir ¡ay!, ¡ay!, y mientras Verlioka se divertía en la orilla, yo le gritaba sentada en el agua: «¡Ay!, ¡ay!». Entonces él, después de matar a aquel pobre hombre, corrió a mí, gritándome: «¡Yo te enseñaré a defender a los demás!». Y me cogió por la cola. Pero yo nunca he sido cobarde y, haciendo un esfuerzo, me escapé, dejando mi cola entre sus manos espantosas. Claro está que la cola no es una cosa imprescindible; pero, de todos modos, siento haberla perdido y nunca se lo perdonaré a Verlioka. Desde entonces no soy tan tonta, y ya no grito «¡Ay!, ¡ay!», sino que siempre apruebo: «¡Así!, ¡así!, ¡así!»; de lo que resulta que vivo más tranquila y la gente me respeta más. Todos dicen: «Esta Oca no tendrá cola, pero es muy lista».
-Está bien -dijo el anciano-; entonces, ¿podrás enseñarme dónde vive Verlioka?
-¡Así! ¡Así! -contestó la Oca, saliendo del agua, y balanceándose sobre sus torpes patas se encaminó por la orilla, delante del anciano.
Así anduvieron hasta que se encontraron en el camino una Cuerdecita, que les dijo:
-Buenos días, abuelito.
-Buenos días, Cuerdecita.
-¿Cómo estás? ¿Adónde vas?
-Estoy ni bien ni mal y voy a castigar a Verlioka, quien ha ahogado a mi vieja mujer y matado a mis dos nietas. ¡Tan hermosas y buenas como eran!
-Conocía a tus nietas y a tu mujer y quiero ayudarte. ¡Llévame contigo!
El anciano pensó: «¡Quién sabe! Quizá me sirva para atar a Verlioka». Y contestó:
-Pues bien, ven con nosotros si conoces el camino.
La Cuerdecita se arrastró tras ellos como si fuese una culebra. Anduvieron los tres un buen rato y vieron un Pisón tendido en la carretera, el cual les dijo:
-Buenos días, abuelito.
-Buenos días, Pisón.
-¿Cómo estás? ¿Adónde vas?
-Estoy ni bien ni mal y voy a castigar a Verlioka, que ha ahogado a mi vieja mujer y matado a mis dos nietas. ¡Si supieses qué hermosas y buenas eran!
-Llévame contigo y te ayudaré.
-Bueno, anda si conoces el camino -le dijo el anciano, pensando: «Realmente, el Pisón podrá ayudarnos mucho».
El Pisón se levantó, se apoyó con el asa en el suelo y se puso a caminar a saltos. Así anduvieron hasta que encontraron una Bellota, que les dijo:
-Buenos días, abuelito.
-Buenos días, Bellota.
-¿Adónde vas?
-Voy a matar a Verlioka; no sé si lo conocerás.
-Ya lo creo que lo conozco. Es necesario castigarlo; llévame contigo y te ayudaré.
-Pero tú, ¿de qué me vas a servir?
-No me desprecies, abuelito. Acuérdate del proverbio que dice: No escupas en el pozo, porque tendrás que beber su agua.
El anciano pensó: «No hay inconveniente en que venga con nosotros; cuanta más gente haya, mejor será».
Y luego, en alta voz, dijo:
-Vente detrás.
Pero la Bellota se puso a saltar delante de todos.
Al fin llegaron a un espeso bosque y vieron una cabaña en cuyo interior no había nadie. La lumbre del horno estaba apagada y sobre el hogar había un puchero lleno de gachas de mijo.
La Bellota se metió de un salto en el puchero, la Cuerdecita se tendió en el umbral de la puerta, el Pisón se subió encima de ésta, la Oca se sentó detrás de la estufa y el anciano se escondió en un rincón al lado de la puerta.
Pronto llegó Verlioka, echó un haz de leña al suelo y se puso a encender la lumbre del horno. Entonces la Bellota, desde dentro del puchero, empezó a cantar:
-¡Pi, pi, pi, han venido a matar a Verlioka!
-¡Calla, papilla de mijo, o te echaré en el cubo! -exclamó Verlioka.
Pero la Bellota no le obedeció y siguió cantando su canción. Verlioka se enfadó, cogió el puchero y de un golpe vertió las gachas en el cubo. Al choque, la Bellota saltó y fue a dar en el único ojo de Verlioka, dejándole ciego. El gigante quiso escapar y echó a correr; pero apenas llegó al umbral, la Cuerdecita se le enredó a los pies y lo tiró al suelo.
El Pisón saltó de la puerta, y el anciano se precipitó sobre Verlioka desde el rincón donde estaba escondido y ambos se pusieron a pegarle. Mientras tanto, la Oca, sentada detrás de la estufa, aprobaba diciendo: «¡Así!, ¡así!, ¡así!».
Esta vez no le sirvió a Verlioka su fuerza, pues el anciano, con la ayuda de sus buenos amigos, logró matarlo y librar a la gente de un monstruo espantoso.

jueves, 13 de mayo de 2010

Democracia

Por considerarlo de interés e igualmente brillante me permito compartir con ustedes este enfoque sobre la democracia, su origen y evolución.

Samuel Quilombo

Me gusta cómo Jacques Rancière, en "El odio a la democracia" (2005), le da vueltas a un concepto tan manoseado, puliéndolo hasta llegar a su esencia. Traduzco de la versión original francesa, que es la que tengo. Los subrayados son míos."He aquí el fondo del problema. Existe un orden natural de las cosas según el cual los hombres que se reúnen son gobernados por aquellos que poseen los títulos para gobernar. La historia ha conocido dos grandes títulos para gobernar a los hombres: uno que obedece a la filiación humana o divina, esto es, la superioridad en el nacimiento; y otro que responde a la organización de las actividades productivas y reproductivas de la sociedad, esto es, el poder de la riqueza. Habitualmente, las sociedades son gobernadas por una combinación de estas dos potencias las cuales son reforzadas, en proporciones diversas, por la ciencia y la fuerza. Pero si los ancianos deben gobernar no sólo a los jóvenes, sino también a los sabios e ignorantes, si los sabios deben gobernar no sólo a los ignorantes sino a los ricos y a los pobres, si deben hacerse obedecer por quienes detentan la fuerza y hacerse comprender por los ignorantes, hay algo más, un título suplementario, común a quienes poseen todos estos títulos pero común también a quienes los poseen y a quienes no los poseen. Ahora bien, el único que queda es el título anárquico, el título propio de aquellos que no tienen más título para gobernar que para ser gobernados.Es esto lo primero que la democracia quiere decir. La democracia no es ni un tipo de constitución, ni una forma de sociedad. El poder del pueblo no es el de la población reunida, de su mayoría o el de las clases laboriosas. Es simplemente el poder propio de quienes no tienen más título para gobernar que para ser gobernados. No podemos librarnos de este poder denunciando la tiranía de las mayorías, la estupidez de los toscos animales, o la frivolidad de los consumidores. Porque entonces habría que librarse de la misma política. Ésta no existe a menos que exista un título que se añada a aquéllos que funcionan en lo ordinario de las relaciones sociales. El escándalo de la democracia, y del sorteo del cual ella es su esencia, es revelar que este título no puede ser sino la ausencia de título, que en última instancia el gobierno de las sociedades sólo puede basarse en su propia contingencia. Hay personas que gobiernan porque son los más viejos, los mejores nacidos, los más ricos o los más sabios. Hay modelos de gobierno y prácticas de autoridad que se basan en tal y cual distribución de lugares y competencias. Es la lógica que he propuesto pensar bajo el término de policía. Pero si el poder de los ancianos debe ser algo más que una gerontocracia, el poder de los ricos algo más que una plutocracia, si los ignorantes deben comprender que tienen que obedecer las órdenes de los sabios, su poder debe basarse en un título suplementario, el poder de aquellos que no tienen ninguna propiedad que les predisponga más a gobernar que a ser gobernados. Debe convertirse en un poder político. Y un poder político significa, en última instancia, el poder de quienes no tienen una razón natural para gobernar sobre los que no tienen una razón natural para ser gobernados. En definitiva, el poder de los mejores sólo puede legitimarse por el poder de los iguales.Esta es la paradoja con la que se encuentra Platón al tratar el gobierno del azar y que, en su recusación furiosa o bromista de la democracia, debe sin embargo tomarla en cuenta al hacer del gobernante un hombre sin propiedad al que sólo la fortuna lo ha llamado a ocupar ese lugar. Es lo que Hobbes, Rousseau, y todos los pensadores modernos del contrato y de la soberanía se encuentran por su parte a través de las cuestiones del consentimiento y de la legitimidad. La igualdad no es una ficción. Todo superior la sufre, por el contrario, como la más banal de las realidades. No hay amo que no se duerma y se arriesgue así a que su esclavo huya, no hay hombre que no sea capaz de matar a otro, no hay fuerza que se imponga sin que tenga que legitimarse, que por tanto reconozca, para que la desigualdad pueda funcionar, una igualdad irreductible. Desde que la obediencia debe pasar por un principio de legitimidad, desde que debe haber leyes que se impongan en tanto que leyes e instituciones que encarnen el común de la comunidad, el mando debe presuponer una igualdad entre el que manda y el que es dirigido. Quienes se creen astutos y realistas pueden siempre decir que la igualdad no es sino el dulce sueño angelical de los imbéciles y de las almas tiernas. Desgraciadamente para ellos, es una realidad que se verifica en todas partes y sin cesar. No hay servicio que se ejecute, no hay saber que se transmita, no hay autoridad que se establezca, sin que el amo tenga que hablar, por poco que sea,"de igual a igual" con aquel al que ordena o instruye. La sociedad desigual sólo puede funcionar gracias a una multitud de relaciones igualitarias. Esta intricación de la igualdad en la desigualdad es lo que el escándalo de la democracia viene a manifestar para hacer de ella el fundamento mismo del poder común. No es sólo, como suele decirse, que la igualdad de la ley esté ahí para corregir o atenuar la desigualdad de la naturaleza. Es que la "naturaleza" misma se desdobla, la desigualdad natural no se ejerce sino presuponiendo una igualdad natural que la secunda y la contradice. Imposible, si no, que los alumnos comprendan a los maestros y que los ignorantes obedezcan al gobierno de los sabios. Se dirá que para ello hay soldados y policías. Pero aún hace falta que éstos comprendan las órdenes de los sabios y el interés que hay en obedecerles, y así sucesivamente.Esto es lo que la política requiere y lo que la democracia le aporta. Para que haya política, hace falta un título de excepción, un título que se añada a aquéllos por los cuales las sociedades pequeñas y grandes se rigen normalmente y que en un último análisis remiten al nacimiento y a la riqueza. La riqueza persigue su crecimiento indefinido, pero no tiene el poder de excederse a sí misma. El nacimiento lo pretende, pero no puede hacerlo si no es al precio de saltar de la filiación humana a la divina. Entonces funda el gobierno de los pastores, lo que resuelve el problema, pero al precio de suprimir la política. Queda la excepción ordinaria, el poder del pueblo, que no es el de la población o el de su mayoría, sino el poder de cualquiera, la indiferencia de las capacidades para ocupar las posiciones de gobernante y de gobernado. El gobierno político tiene entonces un fundamento. Pero este fundamento también hace del mismo una contradicción: la política es el fundamento del poder de gobernar en su ausencia de fundamento. El gobierno de los Estados sólo es legítimo si es político. Y sólo es político si descansa en su propia ausencia de fundamento. Es lo que quiere decir la democracia entendida exactamente como "ley de la fortuna". Las quejas ordinarias sobre la democracia ingobernable nos reenvían finalmente a esto: la democracia no es ni una sociedad que haya que gobernar, ni un gobierno de la sociedad, ella es propiamente este ingobernable en el que todo gobierno debe descubrir, en definitiva, su fundamento."Fuente: http://www.javierortiz.net/voz/samuel/democracia

http://rebelion.org/noticia.php?id=105682