lunes, 11 de abril de 2011

Las sandalias de madera

Japón. Angel Barriuso. Japón atraviesa en estos momentos por una situación nada envidiable. Aún su tierra se sacude. Un terremoto ha dejado a sus ciudadanos sin ningún tipo de tranquilidad. No obstante, su valentía, su coraje es sencillamente admirable, envidiable. De las cernizas se levantan, se reconstruyen. Hoy están en estado trágico pero muy pronto veremos a los japoneses en el centro del mundo, prosperando. Hoy les dejo un cuento muy bueno.


Kuwano Katsuhito
Hace mucho tiempo, un joven, cuya madre había caído enferma, se vio en la necesidad de conseguir una gran suma de dinero para poder cuidarla. No tuvo otro remedio que pedírselo prestado al señor más rico del pueblo. Pero, por más que trabajaba, al joven le era imposible poder devolver el préstamo, y además, su madre empeoró de su enfermedad y nuestro protagonista tuvo que pedir más dinero aún al rico señor.

Éste se enfadó y le dijo:

"¿Qué estás diciendo? Ya te presté dinero antes y no me lo has devuelto. He esperado demasiado tiempo a que me devolvieras mi dinero ¿y ahora me pides más? ¡No vuelvas por aquí hasta que no saldes tu deuda!"
Aquel joven, que quería curar a su madre como fuera, al no haber logrado que el rico señor le prestara más dinero, no se atrevió a volver a casa, y pasó largo rato vagando por el bosque. Entonces, de repente, apareció un misterioso anciano en mitad del camino.
"Buenos días", saludó el anciano al pobre joven. Éste, sobresaltado, le respondió:
"Oh, discúlpeme. No le había visto."
Y continuó caminando. El anciano le dijo sonriendo:
"¿Te importa que camine contigo? Hay algo que quiero contarte que seguro que te interesará mucho". Y comenzó a andar junto a él.
Al cabo de un tiempo, cuando se disponía a despedirse, el anciano le dijo al joven:
"Estás pasando por momentos difíciles, ¿verdad? Toma estas sandalias de madera (下駄 geta), cálzatelas y tropieza con ellas, ya verás lo que sucede."
El joven se calzó las sandalias y tropezó con ellas, y ante su sorpresa, al instante comenzó a brotar de la nada un montón de dinero.
"Puedes repetir esto varias veces, pero si tropiezas demasiado, empezarás a encoger. Ten mucho cuidado."
El joven volvió a casa, y tal como le había dicho el anciano, se calzó las sandalias y tropezó, y de nuevo empezó a brotar dinero. Tras repetirlo algunas veces, reunió suficiente dinero para poder curar a su madre y devolver el préstamo. Entonces, recordó las palabras del anciano y dejó de utilizar las sandalias.
Cuando el joven fue a devolver su préstamo, el rico señor quiso saber cómo había conseguido tanto dinero, y el joven le contó la historia de las sandalias de madera mágicas, que hacían brotar dinero de la nada. El señor insistió muchísimo en que se las prestara, algo a lo que el joven accedió.
Muy contento, el señor se calzó las sandalias y se dirigió a la habitación contigua. Desde esa habitación empezó a oirse el incesante ruido de las caídas, "pataplam, pataplam", acompañado del sonido de las monedas, "cling, cling". Pero al cabo de un tiempo, ya sólo se oía este último sonido.
El joven, extrañado, se asomó para ver qué sucedía. Allí, sentado, en lo alto de una enorme montaña de dinero, estaba el rico señor convertido en un bebé, en castigo a la avaricia de haber tropezado demasiadas veces.

Abril, 2007

viernes, 25 de marzo de 2011

Popularidad y calidad

Angel Barriuso /Popularidad y calidad

La popularidad se pierde muy fácil, no obstante la calidad. En estos, por ejemplo, visité una ferretería que hoy es una gran plaza comercial dividida en departamentos de artículos para el hogar, y se escuchaba como música de fondo al merenguero El Jefrey. Pregunté por la persistencia porque durante alrededor de una hora repitieron música, sin opción al cambio del dial. “Eso es cuestión del Jefe, y a él y sólo a él a quien le gusta El Jefrey, que ya no está en nada”. El comentario de uno de los empleados recibió el respaldo de otros de sus compañeros. ¡Y quien lo diría! Este artista gozaba de gran fama hasta hace algunos meses, y de pronto poquísimos lo quieren. Igual ha ocurrido con otros artistas merengueros que los oía en cualquier lugar y rincón. Son figuras muy conocidas –y prefiero omitir sus nombres- ya descartados por el mercado. No obstante, la calidad de su música y su fuerza interpretativa. Entonces, la popularidad se pierde con gran facilidad. Sea malo o muy bueno el producto, cuando perdió la popularidad o su momento de fama, de gloria, se vuelve complicado recuperarlo en términos inmediatos. Parece que lo mejor, lo recomendable, es dejar pasar el tiempo, y con su paso, volver renovado, confiando el discurrir de un año o cuatro años. Wilfrido Vargas es otro gran merenguero nuestro, renovador, vanguardista (si cabe decirlo). Ya no es lo mismo, tal vez en cualquier otra circunstancia podría resurgir. Johnny Ventura pierde poco impacto en términos mercadológicos. La explicación: conoce el mercado y, muy a pesar de su capacidad de renovación y/o de relanzamiento, juega sabiamente con el retiro. Lo logra de tal manera que dejar pasar los meses sin expresar preocupación alguna, y vuelve con la gracia de siempre. Es una excepción, un caso muy particular. ¿Dónde radica su capacidad? En su habilidad para administrar las situaciones reintroduciéndose lentamente a través de segmentos del mercado, a través de jóvenes o de estilos musicales de terceros. Siendo una leyenda, terceros quisieran verlo a su lado, y esporádicamente aparece en una grabación de alguien ya bien pegado. Otro fenómeno es Carlos Santana. Reaparece con la misma fuerza con que desaparece. Aprovechar las coyunturas.

lunes, 21 de marzo de 2011

Economía y el discurso presidencial reciente

Angel Barriuso/discurso de Leonel
El jueves 17 de este mes, el presidente Leonel Fernández anunció las medidas de su Gobierno para resguardarnos de los afectos del alza de la materia prima y el petróleo en los mercados internacionales. Fue un discurso tradicional, con el mismo formato de cualquier mandatario en la historia de nuestro país, muy a pesar de las miradas de la sociedad en un contexto preelectoral.
En resumen: reducción del gasto público para este año en un 12%. El año anterior había hecho ya una reducción del gasto público; un plan de colocación de plazas agropecuarias dirigidas a sectores de bajos y medianos ingresos; un plan para el ahorro en el pago de la factura petrolera a través de a) ir modificando las plantas de generación de electricidad, b) instalación de generación aeólica (molinos), c) instalación de estaciones para el expendio de gas natural, d) revisión del acuerdo de ajuste con el FMI, para modificar los indicadores básicos proyectados; y la paralización de nuevas obras públicas. Sólo terminarán las ya iniciadas.
Estas medidas, desde el punto de vista económicos, tienen efectos positivos a mediano plazo. Y efectivamente, reducen el impacto de la crisis internacional (de las amenazas). Sin embargo, la población o segmentos de la sociedad, aspiraban a medidas de impacto inmediatas. Por ejemplo, menos circulación de los vehículos oficiales en fines de semana, menos "aparataje"; la baja en el precio de venta al público en los precios de los combustibles y la revisión de la factura eléctrica.
Está claro que el Gobierno no podría en lo inmediato provocar una rebaja en los precios internos de los combustibles cuando está en aumento en el mundo. La energía eléctrica es un efecto del aumento en los combustibles. Revisar la ley sobre hidrocarburos será ideal, pero es renunicar a ingresos fiscales en un momento de déficit (baja entrada a impuestos a las arcas nacionales). Para evitar la paralización de toda actividad económica, el gobierno se endeuda.
Son datos, números, realidades.
?Qué le está faltando al gobierno? Más comunicación. Un saber cómo comunicar la información. Hasta el momento, muchos datos. Se requiere mayor explicación (detalle, descripción, que se vea el impacto sobre la economía popular), pedagogía, un gran mensaje que genere entusiasmo, convenza, provoque confienza, credebilidad, conexión con el ciudadano. Se adoptan medidas correctas (y posiblemente puedan adoptarse otras), pero hay escepticismo y, para colmo de males, pérdida de confianza en un contexto electoralista.

lunes, 7 de marzo de 2011

Del 27 de febrero al 1916

Ángel Barriuso/independencia nacional

No lo he visto pero un amigo me dijo que en uno de los ingenios de San Pedro de Macorís vio una tarja en la cual se afirma: 26 de febrero de 1844, Día de la Independencia Nacional; y con plena razón el amigo Horacio se mostró inquieto porque en su vida estudiantil siempre recibió la información de que el día 27 de febrero fue cuando se escuchó el trabucazo para proclamarnos libre del yugo haitiano.
No obstante el día, esta independencia del dominio haitiano sobre nuestro país fue relativamente efímera, aunque no tanto como aquella encabezada por el doctor José Núñez de Cácares, en el año 1821, quien inmediatamente invitó a Haití a celebrar el acontecimiento para que dos Estados pudieran compartir la isla de muy buenas maneras, es decir como excelentes vecinos: dos Haití en una misma isla.
Sin embargo, la invitación de Núñez de Cáceres habría sido recibida por los haitianos como su gran oportunidad, de tal suerte que en 1822 fuimos ocupados por el Haití de origen francés que se adueñó por 22 años del Haití Español, precisamente en un mes de febrero. La recuperación de nuestro territorio, que estuvo en manos de los haitianos, nos dejó en un Estado nacional y con nombre propio hasta el 1861 cuando optamos por volver a España en condición de colonia, por razones rediscutidas.
He aquí el tema. En 1822 se produjo una lucha anticolonial, muy propia de lo que acontecía en el resto de América hispánica. Grupos criollos (nacidos y criados en el territorio colonizado) auspiciaron la necesidad de apropiarse de su propio destino con movimientos anticolonialistas o de independencia. Podría decirse –sin ánimo de competir con ningún historiador, simple curiosidad personal- que se trató de luchas por la definición de una identidad, por la visibilidad política de una nueva cultura, un nuevo territorio, valores nativos o criollos que evolucionaron paralelos a los valores impresos por los dominios coloniales. Una perspectiva de lo nacional, de la defensa del yo, de la existencia comprobada de un nuevo continente, con sus hábitos y patrones de vida.
¿Por qué llamar independencia nacional a la lucha contra la ocupación haitiana de 1844 cuando la rotura con el colonialismo fue precisamente en 1821?
En 1916 fuimos ocupados por tropas estadounidenses, y hasta el 1924 se constituyeron en el centro de las decisiones administrativas y políticas en nuestro territorio. ¿Fuimos tratados como colonia? ¿Cómo llamar al episodio histórico de 1863? ¿Simple restauración? ¿Cómo podríamos bautizar el hecho de desocupación norteamericana en 1924, restauración? ¿Por qué la lucha anticolonial de 1863 es un proceso de restauración, porque simplemente volvíamos al concepto duartiano? ¿Habría sido Núñez de Cáceres la pauta de guerra de independencia, la idea de un Estado nacional?
Obvio, la lucha contra Haití fue de independencia pero creo que la gran batalla independentista ocurrió en 1863 porque fue el acontecimiento de corte radical del cordón umbilical que históricamente nos ató al origen colonial hispánico en el siglo XIX, porque en el 1916 se materializa la decisión de nuestras naciones por la defensa de nuestra naturaleza en el siglo XX, por la restauración de nacional, de lo propio.

Gobernar es un servicio del Estado

Ángel Barriuso/gobernar

Desde la perspectiva de los gobiernos municipales o locales, lo mismo que desde un asiento en la presidencia de la República, gobernar es un servicio del Estado.
En una sociedad pautada por procesos electorales para la remoción y/o renovación de su liderazgo gubernamental, la burocracia estatal es un servicio al ciudadano.
Igualmente, los policías constituyen servidores públicos, y los miembros de las Fuerzas Armadas, y aunque podamos verlos circunstancialmente como muy superiores, están para servir al ciudadano, a la sociedad, en cuanto a los asuntos de soberanía, de preservación o defensa de los espacios marítimos, aéreos y territoriales.
¿Quién paga a los servidores públicos?
El ciudadano. Y lo hace al través de los impuestos, por vía directa o mediante el consumo de bienes y servicios.
Luego, ¿cuál ha ser la relación de quien ejerce el poder en calidad de gobernante con quienes ejercen su poder en calidad de ciudadano? De franca transparencia, de derechos y deberes, de obligaciones, responsabilidades, y de compromisos de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba.
Esto es la teoría, el mundo ideal.
¿Es el político ascendiente un extraño en lo que respecta a nuestra vecindad, nuestra condición barrial, social, hábitos y costumbres?
Jamás. El político militante, activo, miembro o no de un partido político, aspira al poder, a gobernar, partiendo del principio de que asume el encargo, jura por el bienestar común, que para escogerlo nos vende esperanzas, sueños; cuando está ejerciendo un mandato los sueños y las esperanzas tienen que “aterrizar” al plano de las realizaciones, a satisfacer necesidades mínimas o medianamente aceptables por la sociedad.
Obvio, desde fuera de la jefatura estatal, fuera de toda gestión gubernamental, la realidad puede verse de una manera, y ciertamente que desde arriba se verá de otra. Por algo bien sencillo: el conflicto de intereses. Porque en una sociedad hay y habrá siempre distintas formas de vernos la vida, la existencia, nuestra comodidad, la individualidad.
La solución salomónica se recoge en una frase: calidad de vida.
Durante el desarrollo de una gestión gubernamental o municipal la estrategia es ganar/ganar. Pensemos siempre desde la lógica del ciudadano, porque al principio y al final de la cuenta, el origen de todo gobierno, la plataforma de la gobernabilidad y gobernanza (no importa el nivel teórico ni su concepción ideológica), está en el ciudadano, en su calidad de vida, en su necesidad de progresar, de estabilidad social, económica y emocional. Los japoneses entendieron que existían en la escasez y su gobernabilidad y gobernanza radicaba, en consecuencia, en el bienestar común. ¿Qué hicieron para avanzar, lograrlo, emprender, actuar? Asumieron al Estado como entrenador, entrena a la sociedad, al ciudadano, y lo organiza alrededor de valores.

lunes, 28 de febrero de 2011

Ladrón de sábado

Este un cuento muy diferente de la cuentística a la cual nos acostumbró García Márquez. Podemos leernos una vez, y jamás nos conformaremos. Volveremos a leerlo.

Gabriel García Márquez
Hugo, un ladrón que sólo roba los fines de semana, entra en una casa un sábado por la noche. Ana, la dueña, una treintañera guapa e insomne empedernida, lo descubre in fraganti. Amenazada con la pistola, la mujer le entrega todas las joyas y cosas de valor, y le pide que no se acerque a Pauli, su niña de tres años. Sin embargo, la niña lo ve, y él la conquista con algunos trucos de magia. Hugo piensa: «¿Por qué irse tan pronto, si se está tan bien aquí?» Podría quedarse todo el fin de semana y gozar plenamente la situación, pues el marido -lo sabe porque los ha espiado- no regresa de su viaje de negocios hasta el domingo en la noche. El ladrón no lo piensa mucho: se pone los pantalones del señor de la casa y le pide a Ana que cocine para él, que saque el vino de la cava y que ponga algo de música para cenar, porque sin música no puede vivir.
A Ana, preocupada por Pauli, mientras prepara la cena se le ocurre algo para sacar al tipo de su casa. Pero no puede hacer gran cosa porque Hugo cortó los cables del teléfono, la casa está muy alejada, es de noche y nadie va a llegar. Ana decide poner una pastilla para dormir en la copa de Hugo. Durante la cena, el ladrón, que entre semana es velador de un banco, descubre que Ana es la conductora de su programa favorito de radio, el programa de música popular que oye todas las noches, sin falta. Hugo es su gran admirador y. mientras escuchan al gran Benny cantando Cómo fue en un casete, hablan sobre música y músicos. Ana se arrepiente de dormirlo pues Hugo se comporta tranquilamente y no tiene intenciones de lastimarla ni violentarla, pero ya es tarde porque el somnífero ya está en la copa y el ladrón la bebe toda muy contento. Sin embargo, ha habido una equivocación, y quien ha tomado la copa con la pastilla es ella. Ana se queda dormida en un dos por tres.
A la mañana siguiente Ana despierta completamente vestida y muy bien tapada con una cobija, en su recámara. En el jardín, Hugo y Pauli juegan, ya que han terminado de hacer el desayuno. Ana se sorprende de lo bien que se llevan. Además, le encanta cómo cocina ese ladrón que, a fin de cuentas, es bastante atractivo. Ana empieza a sentir una extraña felicidad.
En esos momentos una amiga pasa para invitarla a comer. Hugo se pone nervioso pero Ana inventa que la niña está enferma y la despide de inmediato. Así los tres se quedan juntitos en casa a disfrutar del domingo. Hugo repara las ventanas y el teléfono que descompuso la noche anterior, mientras silba. Ana se entera de que él baila muy bien el danzón, baile que a ella le encanta pero que nunca puede practicar con nadie. Él le propone que bailen una pieza y se acoplan de tal manera que bailan hasta ya entrada la tarde. Pauli los observa, aplaude y, finalmente se queda dormida. Rendidos, terminan tirados en un sillón de la sala.
Para entonces ya se les fue el santo al cielo, pues es hora de que el marido regrese. Aunque Ana se resiste, Hugo le devuelve casi todo lo que había robado, le da algunos consejos para que no se metan en su casa los ladrones, y se despide de las dos mujeres con no poca tristeza. Ana lo mira alejarse. Hugo está por desaparecer y ella lo llama a voces. Cuando regresa le dice, mirándole muy fijo a los ojos, que el próximo fin de semana su esposo va a volver a salir de viaje. El ladrón de sábado se va feliz, bailando por las calles del barrio, mientras anochece.

FIN