Opinión/colaboración/
Edgar Valenzuela
La arquitecta Hanoi Sánchez ha contado con nuestro apoyo en importantes reformas urbanas introducidas, con su chispa, en San Juan de la Maguana.
La defendimos, con uñas y dientes, cuando gente de mente cuadrada intentó bloquear la construcción de la Plaza San Juan Bautista, situada a la entrada de la ciudad.
La defendimos cuando algunos envidiosos quisieron hacerle la vida imposible al iniciar la construcción de la Plaza de Anacaona, próxima a las oficinas regionales de Inespre.
Respaldamos públicamente su remodelación de la plaza levantada en homenaje a los héroes de la batalla de Santomé, próxima al sector El Corbano.
Nosotros, que nunca hemos aceptado un sólo centavo de payola de nadie, la hemos defendido anteriormente porque entendemos que es parte de la juventud progresista de nuestro pueblo. De esa juventud que merece una oportunidad para impulsar el progreso de San Juan.
No por el exclusivo hecho de ser una bella mujer ni por razones políticas.
Por eso nos ha sorprendido la noticia que ha sido desmontada la estatua del cacique Caonabo, esculpida por uno de los más geniales escultores dominicanos de todos los tiempos, Abelardo Rodríguez Urdaneta, que estaba ubicada a la entrada de las escuelas Mercedes Consuelo Matos y Francisco del Rosario Sánchez.
Consideramos que es un grave error echar lodo sobre la estatua del Caonado Encadenado, esculpida por Rodríguez Urdaneta. Esta obra de arte simboliza el momento en que el indio criollo fue vilmente engañado y encadenado por el conquistador español.
Según los datos disponibles, el propósito de esta acción es resaltar la estatua de Caonabo Libre, que Hanoi Sánchez hizo instalar en la avenida de circunsvalación.
Nada tenemos en contra de la estatua del Caonabo Libre, porque es una expresión artística que merece respeto.
Pero nada debe tener igualmente en contra, la arquitecta Hanoi Sanchez, ni ninguno de sus asesores, del Caonabo Encadenado porque es igualmente otra expresión artística, digna del mayor de los respetos.
Veamos, fríamente, por qué:
1-La estatua del Caonabo de Abelardo Rodríguez Urdaneta, ha recibido los aplausos de los más exigentes críticos de arte, nacionales e internacionales, durante más de 70 años.
2-Técnicamente, el Caonabo de Aberlardo, está excelentemente esculpido en bronce y su expresión física casi habla.
Su rostro y su cuerpo retratan el atropello comedido por los conquistadores españoles hace más de 500 años en contra de la raza indígena, en su propia tierra.
3-La historia no se puede borrar o cambiar a voluntad. Es como es, aunque no nos guste.
La raza indígena fue exterminada por los conquistadores españoles a partir del siglo XVI, y su cultura reducida a su mínima expresión. Su idioma fue próscrito y sus costumbres suplantadas.
4-El indio, verdaderamente libre, fue Enriquillo. Enriquillo se sublevó en la Sierra de Bahoruco, porque los españoles no le hicieron justicia cuando se querelló en los tribunales cuando el encomendero español le sedujó a Mencía, su mujer.
5-El cacique Caonado, aunque guapo como un león, fue engrillado y murió estando preso. No murió en combate como Guaroa.
Todo el mundo lo sabe, pues estos elementos detalles forman parte de la enseñanda que se imparte en nuestras escuelas públicas.
Por ello no hallamos explicación lógica al desmonte del Caonabo de Abelardo Rodríguez Urnadeta, y nos eriza los pelos sólo imaginar que esta estatua emblemática pueda ser mutilada o desaparecida, no se sabe atendiendo a qué motivaciones.
Esperamos que la sindica Hanoi Sánchez intervenga oportunamente en el caso.
Los verdaderos amigos deben decir lo bueno, pero no deben callar lo malo cuando la realidad así lo demanda.
Nosotros, respaldamos el progreso y la innovación, siempre que sea para mejorar.
A la hora de decorar el altar, es conveniente recordar que no es justo desvestir a un santo para vestir a otro.
El autor es periodista y escritor
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