Leyendo a mi amiga Dunia De Windt, en un reciente artículo sobe el hacer política publicado en la SIN.com, podemos concluir en que hemos agotado un modelo político y económico en República Dominicana, la misma situación por la que viene atravesando América Latina y que ha generado respuestas populares dirigidas a llevar al poder a figuras, conocidas o no, con nuevos discursos o que aspiran a superar un pasado inmediato. Respuestas políticas, pienso, a una crisis de las referencias.
Desde la muerte de nuestros líderes históricos (Bosch, Balaguer, Peña Gómez), los partidos políticos no han logrado superar sus limitaciones del modelo vinculado al pensamiento social de sus impulsores, de figuras que nacieron con el siglo XX. Estos líderes dieron muestras de cambio, cuando de una forma u otra trataron de superar sus herencias cognoscitivas (siglo XIX) para situarse en un porvenir que jamás superó los linderos del siglo que los vio desarrollarse.
Sin embargo, ¿qué ha ocurrido con los relevos, las nuevas generaciones?
Posiblemente tienen en su haber virtudes de sus progenitores, de quienes los formaron políticamente, pero aún arrastramos prácticas enmarcadas en estilos y patrones de principios del siglo XX, comportamientos del poder reproducidos por los siglos de los siglos como si jamás estemos en condiciones de situarnos en otra perspectiva histórica. Quizás el hecho de que nuestras economías progresen tan poco respecto a las necesidades y expectativas de los ciudadanos nos hace resbalar muchas veces en la misma pendiente, aún viéndola.
Se modificaron las utopías con la caída del muro del Berlín y, sin embargo, ¿qué ocurrió con nuestros partidos políticos? Las mismas estructuras, en la que confluyen concepciones del partido de masas y populista, lo cual ha traído como consecuencia organizaciones inexistentes como plataformas tangibles. Sólo figuran como marcas, sellos, firmas, nombres y colores, nunca como estructuras con cuerpos medios e intermedios, sin esqueletos. Una masa dispersa.
Yo insisto en que carecemos de partidos políticos, que están crisis, que son estructuras inorgánicas, por decirlo de alguna manera. Luego, ¿cuál es el reto de la sociedad dominicana? Mirar hacia el futuro, tratando de construirlo mediante la reconstrucción de un nuevo proyecto de nación que nos conduzca hacia un nuevo paradigma. Estamos obligados a recomponernos, a reorganizarnos, a replantearnos como sociedad, como nación, como seres históricos, y situarnos en la perspectiva del siglo XXI, en este nuevo siglo. Pero sin parchos. Ir más allá de cualquier reclamo situacional o de coyuntura.
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