Angel Barriuso/artículo
Ya se ha escrito mucho sobre el individualismo tratando de explicar estilos de vida, patrones culturales, la psicología social de la modernidad. Algunos hablan de dos momentos u olas del desarrollo o evolución de esto, situando un primer momento o primera ola del individualismo cuando se produce una rotura con los dogmas religiosos para sumir nuevos valores vinculados o estrechamente ligados al patriotismo. En términos históricos, inicios del siglo XX, de ahí, quizás, movimientos nacionalistas.
El segundo de los momentos, también llamado segunda ola del individualismo se produciría a finales del mismo siglo XX, muy a pesar de que quienes dedican tiempo a reflexiones sobre esta materia estiman que este neoindividualismo marca al siglo 21. Puede tal vez señalarse que se trata de una reafirmación del individuo, cual “yo supremo”, por cuanto va negando su apegamiento o defensa patriótica, pura y simple, para mostrar mayor preocupación por sí mismo, por su destino y sobrevivencia.
El placer, la salud, satisfacer necesidades o urgencias meramente individuales, las tentaciones, la renuncia a los esquemas o simples estereotipos, posiblemente se aceptará determinadas regulaciones sin que quede afectada, de ninguna manera, mi calidad de vida. En consecuencia, referencias desde a lo que aspira como mi vida, mi proyecto de vida, y cualquier decisión colectiva será aceptada en la misma medida en que nunca pueda afectarse el espacio individual. Un rechazo pleno a lo coercitivo, la libertad.
“Al mismo tiempo, este individuo, liberado de las lógicas sacrificiales y de los sermones, exige que sus derechos sean respetados”, dicen los señores Eugenio Tirón y Ascanio Cavallo, en un texto sobre la comunicación para vivir en un mundo de señales, para agregar que la defensa de su mayor derecho es precisamente “el derecho a organizar su vida como le dé le gana, a opinar lo que se le antoje y a ocupar los bienes que estén a su alcance”. ¿Acaso no hemos oído decir: Esta es mi vida, yo respeto la tuya y tú respeta la mía, pero esta es mi vida, y con ella haga lo que me venga en ganas?
Lo que hacemos con nuestras vidas puede, de algún modo, tocar de mala manera a los demás. El individuo como ente social. Tal vez una contradicción natural que lleva dentro la naturaleza misma del individualismo. Sin embargo, la tolerancia se muestra como una palabra mágica, que resume probablemente la esencia de aquella frase de Juárez: el derecho ajeno es la paz. La cuestión es básica, la liberalización de la persona, en su individualidad, respecto a los compromisos colectivos.
Y esta individualidad, viéndolas desde la perspectiva de su primera ola y en su segunda podría facilitarnos el entendimiento y comprensión de la relación con los demás, incluyendo a los hijos, y del comportamiento de las corporaciones sociales o instituciones públicas, políticas o no políticas, sectoriales o territoriales.
Eugenio Tirón y Ascanio Cavallo se muestran convencidos de que el individualismo apela al consumismo y a los medios de comunicación para fortalecer su identidad, sustentándose en valores como seguridad, calidad, garantía. Y algo muy importante, da suficiente importancia a la transparencia. Condena todo aquello que se intenta ocultar. Luego le resultará inexplicable la falta de transparencia en un mundo cargado de informaciones y con tanto acceso a la información.
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