Huracanas
A propósito del paso del huracán Irene comento sobre lo que entiendo un mal manejo de la información periodística de un acontecimiento provocador, como cualquier fenémeno de la naturaleza, de inquietudes, preocupaciones. La información tiene que orientar, mantener al día y/o al ritmo del acontecimiento a cualquier ciudadano. Pero no ocurre así. Cuando se trata de estos casos, los medios de comunicación o informativos deberían compartarse como simples servidores públicos para contribuir con la tranquilidad del ciudadano, y mucho más viviendo nosotros en una isla del Caribe que jamás logra acostumbrarse o adaptarse a vivir en la ruta de tormentas y huracanes. !Increíble, pero así de cierto! No logramos adaptarnos, hacemos resistencia y, en consecuencia, reaccionamos alarmados, fatigados y desesperanzados cuando tenemos por delante el paso de un huracán. Sencillamente, nos alborotamos.
El domingo 21 del mes, en horas de la noche, estoy en diversión, en un espacio público, cuando oigo hablar del paso por Puerto Rica, una isla vecina, de la "tormenta" Irene y que seríamos azotados, en la mañana del lunes, por una Irene convertida ya en "huracán". Toda información administrada por los medios periodísticos giraba en torno al huracán que nos azotaría. Alrededor de las nueve y treinta minutos de la mañana del lunes 22, los especialistas en estos asuntos, mostraban a través de sus webs mapas que indicaban un cambio de ruta de la tormenta que efectivamente se convirtió en huracán al pasar por el Canal de la Mona.
Canales de TV colocaron un cintillo informativo durante gran parte del domingo y en todo el lunes y aún el martes día 23 en el cual se alertaba a aquellos residentes en zonas de alto riesgo y que, ante cualquier eventualidad, favor de llamar al teléfono de los organismos de socorro. El lunes día 22, aún a las diez de la noche, ningún medio informativo televisivo o radial, que pude oir y ver, jamás se atrevió a colocar un cintillo informativo indicando la posición a tal hora del huracán que atravesa el Atlántico y que había dejado al Mar Caribe, es decir que estaba supuesto a afectar sensiblemente a Samaná, Puerto Plata, Nagua y zonas aledañas pero costeras.
En un noticiero de TV pudo ver un reporto a las diez y algo de la noche del lunes 22, cuando el reportero preguntado a la Oficina Nacional de Meteorología sobre qué podría esperar la población en la mañan del martes 23 pero nada de indicarnos o preocuparse por que cualquier televidente pudiera ver un mapa situándonos el lugar por donde se traslaba Irene. Parece que no nos damos cuenta que la vida sigue y debe seguir su agitado curso, la rutina, y para desarrolarla a cabalidad, requerimos de una información con la cual podamos tomar una decisión más o menos correcta.
Los organismos de socorro han sido eficaces y la Oficina Nacional de Meteorología cumple con su función, cada día mejorando, para satisfacción y orgullo de todos nosotros. Somos los medios periodísticos los llamados a mejorar en el servicio de informaciones de orientación en función de las decisiones que tenemos que adoptar respecto a nuestro día a día. Aún el martes prácticamente se desconocía si Irenía se mantenía en las costas dominicanas o si avanzaba en cualquier dirección. Hoy miércoles ya se decía que iba en ruta hacia las Bahamas.
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